Mientras tanto,pisos abajo, Daniel logra escabullirse disimuladamente por entre la gente sin ser visto. Hay cierta sospecha en su interior sobre el mirar hacia arriba de la multitud: cómo puede ser que el ser humano haya llegado al punto de preferir ver el lugar donde se estrellará el suicida que hacer, en cambio, algo útil por avitar la tragedia. Así es como Daniel se aleja de las sirenas, de los bomberos, de la gente que ni cuenta se da de que pierden el tiempo quedándose ahí, que él ahora está doblando en la esquina y se va a tirar dos cuadras más adelante, lejos del alboroto.
Nadie, absolutamente nadie, presenció cómo Daniel extendió sus brazos y mirando la profundidad del cielo, se arrojó y desapareció, en cuerpo y alma, de la faz de la tierra.
(Maximiliano Chedrese)
No hay comentarios:
Publicar un comentario