Cuando recuerdo tus chistes en la vereda, tus acciones de niña inocente, tu simpleza, tus historias, tu simpatía, quizás te extrañe (un poco)… y quizás te vea, por alguna calle, con los bolsillos rotos de tanto peso que cargas, por soportar a quienes te atormentan, y encima darle con ironía un nombre completo.
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